El lenguaje, para un gran porcentaje de personas es referencia de comunicación, acto de lograr comunicarse con otros, expresar sentimientos, ideas etc. El lenguaje se refiere a un grupo de habilidades comunicativas básicas, atención, seguimiento de instrucciones, imitación, entre otros.
Las teorías de Piaget defienden una concepción “interaccionista cognitiva” que sostiene que la adquisición del lenguaje depende de la progresión cognitiva general. Esta tendencia se opone al planteamiento conductista (Skiner, 1947) que considera que la habilidad lingüística se desarrolla gracias al aprendizaje por imitación, en-señanza y reforzamiento; en lugar de “maduración”, hay “formación”. También se opone a la concepción innatista (Chomsky, 1957) según la cual cada individuo posee estructuras innatas que potencialmente contienen el lenguaje; esta dotación genética se denomina “mecanismo de adquisición del lenguaje” que se activa-ría con los datos verbales del habla adulta.
Se sabe que el autismo es un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo y el funcionamiento cerebral. Esto supone que las personas que lo presentan muestran dificultades en la comunicación e interacción con los demás, así como en la flexibilidad del pensamiento y de la conducta, es un tripulante más en este gran océano.
Existen muchas opiniones y consejos al respecto; ¿Sabes qué es el autismo? ¿Has tenido experiencia cercana con autismo? ¿Conoces cómo abordarlo de manera funcional?
Actualmente se manejan diversas ideas, practicas, técnicas, pseudoterapias que no están basadas en evidencia científica y es importante saber lo que en realidad se está trabajando para lograr objetivos funcionales. Muchos de los profesionales que trabajan en área del lenguaje solamente trabajan con las pinceladas como tratamiento, lo que realizan es sinónimo de nadar en la orilla del océano, sin saber que habrá al adentrarse en ese majestuoso e impotente mar del lenguaje. Es por eso, que, al hablar de las diferentes habilidades, es importante partir desde el desarrollo de estas y así ir construyendo un repertorio a través de experiencias que permitan la necesidad de comunicarse a nivel verbal, teniendo en cuenta que existe la comunicación verbal y no verbal.
Cuando los niños con TEA presentan conductas que esconden una intención comunicativa, conviene convertirlas en aliadas y hacerlas funcionales. Estas conductas que en apariencia son “indeseables” y que sería adecuado eliminarlas, son, realmente un punto de partida por el cual iniciar un trabajo y convertirlas en conductas funcionales comunicativas. Por ejemplo, una conducta repetitiva y que pudiese parecer que no significa nada, probablemente esconde una intención de comunicación el cual debe aprovecharse al máximo.
Los padres de familia, terapeutas, personas cercanas a los niños con TEA deben conocer información básica acerca de las habilidades que se deben desarrollar para que sea un punto de partida y trabajar en conjunto para lograr un resultado funcional con los niños y niñas. Nada es imposible, todo se puede lograr con una intervención adecuada y basada en evidencia científica.
LOURDES GONZÁLEZ