“No era más que un zorro semejante a cien mil otros, pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.” Antoine de Saint-Exupéry, El Principito
La amistad es definida por fuentes consultadas como una relación de afecto, confianza compartida entre dos o más personas. Se presenta en diferentes etapas de la vida y es una de las relaciones interpersonales más comunes e importantes que pueden desarrollar los niños y niñas. Se basa (entre otros aspectos) en el respeto, la expresión y comunicación de intereses y necesidades, fortaleciendo el vínculo a través de las mismas. En los niños y niñas uno de los principales ambientes para desarrollar relaciones e interacciones sociales, es la escuela. Los vínculos de amistad en la niñez y adolescencia se correlacionan con el desarrollo de otras habilidades como: iniciar conversaciones, seguimiento de reglas, cooperación, escuchar e interesarse por los demás, gestión de emociones, comunicar y compartir intereses, autoestima, entre otros. En este artículo identificaremos algunas de las habilidades pre requisitas en la interacción social, unidades conversacionales desde la conducta verbal.
Para poder expresar, comunicar e interactuar con otros es necesario adquirir una serie de habilidades que para los niños y niñas dentro del espectro en muchas ocasiones están ausentes o poco desarrolladas. El aprendizaje de capacidades verbales que les permite interactuar y establecer vínculos con otros requiere un análisis y comprensión de sus repertorios; entendidos como “una colección de conductas, estímulos discriminativos, consecuencias y eventos disposicionales que pertenecen a una clase de respuesta específica” (Greer, 2014, p. 54) los cuales se enseñan a través del diseño de programas específicos de intervención. Dentro de este proceso se promueve que estas habilidades sean utilizadas y generalizadas en diversos contextos (escuela, hogar, grupos sociales) y situaciones (con pares, compañeros, familiares, terapeutas, maestros).
A través del análisis de la conducta verbal se estudia la relación entre las conductas y el ambiente, es decir la función que cumple el lenguaje y la interacción entre hablante y escucha. Se realizan evaluaciones e intervenciones orientadas a aumentar repertorios de escucha y hablante. A continuación, se describe brevemente que significan estos repertorios. En el estatus de escucha “las personas pueden realizar conductas gobernadas verbalmente. Pueden cumplir instrucciones, seguir tareas, (…)”. (Greer, 2014, p.128). “Cuando el repertorio de escucha social está ausente, necesitamos estructurar interacciones de enseñanza de forma que el alumno pueda adquirir los efectos reforzadores de escuchar”. (Greer y Ross, 2014 p. 251). “Los hablantes, en presencia del escucha, pueden controlar consecuencias del ambiente al utilizar a otra persona para que medie en las contingencias” (Greer, 2014, p.128), por ejemplo, para pedir ayuda.
Para aumentar el repertorio verbal de escucha y hablante que permita interactuar por medio de unidades conversacionales es requisito implementar programas de operantes verbales como ecoicas, mandos, tactos e intraverbales. Cada una de estas operantes permite al niño o niña pedir lo que desea (mando), repetir un sonido, palabra o frase (ecoica), hablar sobre su ambiente o informar sobre un estado interno -estoy aburrido- (tactos). El desarrollo de intraverbales depende de un amplio repertorio de tactos y mandos, “las habilidades sociales y el rendimiento escolar está correlacionado con el nivel de desarrollo de los repertorios intraverbales” (Partington & Bailey, 1993 como se citó en Dellagiovanna, 2017).
“La conducta social tiene lugar cuando los intercambios hablante-escucha se vuelven sociales a medida que los niños tienen intercambios sociales con otros, porque tienen interés en la respuesta de otra persona o son reforzados por esta respuesta”. (Greer y Ross, 2014, p. 257). Lo anteriormente mencionado es fundamental para que los niños y niñas tengan oportunidades de crear vínculos con sus pares y compañeros que puedan posteriormente desarrollarse en amistades. Entre más oportunidades tengan de “poner en práctica” las habilidades, lograrán identificar y participar en la comunicación de sus deseos hacia los demás, generar interés y “empatía” por lo que los demás dicen, participar en juegos y actividades (pertenencia), colaboración y cooperación, diversificar gustos, interactuar en diferentes ambientes, solicitar ayuda y apoyo emocional; fortaleciendo su relación con otros y participando activamente en grupos.
Investigaciones sugieren que la mediación en la interacción social por parte de profesionales de salud, de enseñanza y padres aumenta las oportunidades de relación entre los niños; por lo que es fundamental generar y promover espacios que permitan a la niñez y adolescencia compartir e incluirse en diversas formas y de acuerdo a sus repertorios e intereses, en actividades grupales de enseñanza, culturales, artísticas, de ocio y comunitarias. Esto es de vital importancia para la salud física y emocional de los niños y niñas, así como la construcción y participación activa de vida en sociedad dentro de un contexto seguro que preserve su bienestar. Estudios documentan que la falta de inclusión de diversidad de niños y niñas en los diferentes contextos, aumenta formas de maltrato y discriminación, generando problemas de autoestima, aislamiento, ansiedad, exclusión, dificultades de participación y habilidades sociales, dificultades de comunicación e interacción y por tanto menor oportunidad de generar vínculos sociales como la amistad, independencia en actividades de la vida diaria y acceso a servicios de salud, educación y en el futuro al campo laboral.
La niñez y adolescencia dentro del espectro, puede desarrollar relaciones y vínculos sociales cuando se les provee de un contexto que considere su características y necesidades, así como desarrollo de habilidades específicas -esto es parte de sus derechos humanos fundamentales- por lo que como sociedad debemos proveer desde nuestros espacios (educativos, sociales, familiares, religiosos, culturales, recreativos) los recursos necesarios que permitan la interacción y participación, promoviendo el desarrollo integral de todas las personas. La comprensión desde el análisis de la conducta verbal, brinda los recursos y estrategias orientadas al desarrollo de repertorios socialmente significativos para cada niño, niña y su familia; y su inclusión en el contexto en el que se desenvuelven.
Fuentes consultadas: